El camino de regreso a la mansión Winchester fue un viaje a través de un paisaje de culpa y memoria. Lion condujo mecánicamente, con sus manos agarrando el volante con una fuerza que no era necesaria. Las calles de Londres, usualmente familiares y dominadas, se sentían como un laberinto de recuerdos dolorosos.

Las palabras de Camila resonaban en su cráneo como el eco de un disparo en un cañón. "Astor estaría vivo si no fuera por ti." No era nada que no se hubiera dicho a sí mismo mil veces en las noches más oscuras, pero escucharlo de los labios de ella, de la hermana de Astor, le dio un peso tangible, una realidad brutal que no podía evadir.

Recordó la noche del accidente con una nitidez que le arrancó un jadeo seco. La lluvia fina, el rugido del motor, la cara de Astor, pálida y concentrada bajo la luz del tablero. No había sido una carrera, no exactamente. Era esa sensación de invencibilidad estúpida de la juventud, empujar los límites por el simple hecho de poder hacerlo. Él al vo