Lion condujo su Bentley a través de las calles iluminadas de Londres con una concentración feroz, como si pudiera dejar atrás el presentimiento que se agarraba a su estómago. Sabía que era una trampa. La cena "para cerrar capítulos" era un cebo, y él, como un idiota movido por los espectros del pasado, lo había mordido.
El restaurante, "Le Ròse", era tan pequeño e íntimo como lo recordaba. Una joya escondida con solo diez mesas, paredes de piedra y un ambiente que invitaba a las confidencias. Camila ya estaba allí, sentada en un rincón apartado, bañada por la tenue luz de una lámpara de cristal. Llevaba un vestido negro de seda que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel, su belleza era una armadura pulida. Al verlo, esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Lion… —Lo saludó, su voz un susurro melodioso que cortó el murmullo del restaurante—. Temí que no vendrías.
—Dijiste que era importante. —Respondió él, sentándose frente a ella sin molestarse en quitarse el abrigo. Su presen