Octavio arrastró a Dolores hacia afuera mientras Esteban lloraba aterrorizado. Pero ya no tenía fuerza alguna para reaccionar. El anillo de hueso dominaba mis pensamientos. No podía aguantarlo más. Me cubrí entre las cobijas, para llorar desconsoladamente hasta que me quedé dormida. Sin embargo, eso no duró mucho. De pronto, unos golpes en la puerta me despertaron. Pero, al abrir, no había nadie. Cuando quise volver a la cama, la escena en la sala me paralizó.Octavio, de espaldas, le contaba un cuento a Esteban, mientras lo sostenía en brazos. Dolores se encontraba en el sofá, con los ojos cerrados, escuchando al igual que su hijo. Era la composición perfecta de un bello cuadro de armonía familiar... Donde yo sobraba. Intenté retirarme enseguida, pero, de pronto, capté la mirada de Dolores: triunfal y algo desafiante. Fue entonces cuando comprendí la situación.Ella había sido la que había llamado a mi puerta para que viera aquella escena. Quería que viera cómo los tre
Leer más