090 El alfa de la mier...
El guerrero olfateó y percibió un pequeño rastro de olor familiar.
—Noahleem —escupió el nombre como si fuera una blasfemia—. Quién diría que ese perro apestoso anduviera por aquí.
Sus dedos, cubiertos de cicatrices, sacaron un pañuelo de seda blanco que desentonaba con su ropa de cuero curtido. Aún conservaba el tenue aroma de la compañera del alfa Lucian, no era tan preciso por qué estaba mezclado con un tipo de loción aromática. Pero de algo serviría.
—Busquen por todas partes —ordenó otro guerrero más joven, cuya voz áspera contrastaba con su rostro imberbe—. Si la encuentran, avisen de inmediato.
Noah sintió el sudor frío recorrerle la espalda. Solo una idea martillaba en su cabeza: agarrar a Leah y huir. Cada segundo representaba un riesgo calculado.
Cassian le agarró del hombro con fuerza. Sus dedos temblorosos se clavaron a través de la tela.
—No son muchos —susurró, con la voz tan tensa que pareció a punto de quebrarse—. La vidente podría...
—Ella dejó de ser la vidente —cort