Arnold volvió su rostro a Cassian.
—¿Por qué siempre haces estas cosas? —Negó con la cabeza, molesto, y fue detrás del alfa.
—¿¡Qué dices, idiota!? —refunfuñó Cassian a sus espaldas. Odiaba que ese sujeto fuera tan lamebotas con el alfa.
—¿Nosotros hicimos lo correcto, verdad? —preguntó Leah sin poder levantarse del suelo.
Cassian asintió despacio con la cabeza.
Esa respuesta no quitó la opresión en el pecho de la vidente.
…
En toda la noche no vieron rastros de Noah. Y muy de madrugada, Leah se levantó a buscar si por alguna razón había entrado ahí. Nada.
…
Cuando la mañana estaba a punto de terminar, lo miró junto a Arnold y se acercó a ellos con la finalidad de ofrecerles un poco de comida.
Arnold la aceptó gustoso y enseguida le informó al alfa que iría al lado de su compañera.
Sin embargo, Noah ni siquiera volvió a ver el alimento, mucho menos a Leah. Era como si, en el lugar que ocupaba la loba, no hubiera nada.
Ella avanzó unos pasos a una distancia consider