Capítulo 49

El abogado ocupó su gran sillón después de indicarnos con educación que tomáramos asiento. Su mesa estaba repleta de papeleo,archivos y algún número de expediente pendiente de resolver. De su cajón sacó un sobre grande de color marrón con un sello que jamás había visto. En realidad ninguno de los dos sabía porqué estábamos ahí. Nos había citado días atrás a través de un courier que nos entregó la "invitación" a su despacho para hoy mismo. Nos miraba por encima de las gafas como si fuera a buscar algo, mientras leía un documento recién sacado del sobre.

-Usted es ---soltó el papel encima de la mesa y me miró--- la hija de ... a ver--- hizo una pausa y juntó las manos por encima del escritorio apoyándose en este. Solté el aire que había retenido en mis pulmones.

- Yo soy la hija de ¿quién?

- A ver,me van a perdonar el grandísimo error. Cuando llegasteis a mi despacho, os tenía que haber dicho la razón de la cita---quitandose las gafas , frotó sus ojos por el cansancio.--- Isabel Blanco, usted es la hija de Mike...eh, Michael...

- No---interrumpí rotundamente---mi padre se llamaba Carlos y falleció hace ya tres años. Creo que se está confundiendo señor--- fruncí el ceño---No sé a quién busca , pero claramente no soy yo esa persona---sonreí sarcásticamente a punto de levantarme de la silla.

- Por favor, no sé levante--- paró mi movimiento tendiendo su brazo---siéntase, por favor--- ocupé la silla de nuevo--- os he llamado en nombre del señor Malcolm. Michael Smith Logan, por su verdadero nombre. Iré al grano porque alargar toda esta conversación sería una pérdida de tiempo y es exactamente lo que no tenemos en este caso.

Tanto Felipe como yo ,fruncimos el ceño mirándonos uno al otro y luego al licenciado.

- ¿Podría ser más claro?---interrogué.

- Sí, claro que si---rio suavemente--- El señor Smith está muy enfermo y ha pedido verla--- mi risa fuerte y desordenada ha hecho eco en toda la sala---ya no es un secreto para nadie que usted es su hija---paré de golpe.

- Ah ¿sí? Y ¿cuándo se dio cuenta este señor que soy su hija? Porque yo llevo toda la vida conociendo un solo padre y ese está muerto y enterado.

-Isabel---Felipe tocó mi mano con suavidad y para mi sorpresa me calmé enseguida---deja que el licenciado nos explique --- acarició mi mano por unos segundos---y luego si no quieres saber nada nos vamos y nos olvidamos del asunto.

Como lo había dicho anteriormente, Felipe era el único hombre que calmaba mi ser de una forma descomunal. Ni yo entendía porque tenía tal efecto en mi, pero me gustaba y tenía que reconocerlo así como lo había aceptado.

-Está bien ---acepté.

- Bien---añadió el abogado---antes de seguir os tengo que decir que el Sr Smith ha pedido que tanto Isabel Blanco de Gonzalez como su marido, Felipe González estén presentes en el momento de leer el acta siguiente---tomó el documento anteriormente abandonado encima de la mesa, y leyó en voz alta:

" Queridos míos,

Me dirijo a ustedes con toda la confianza del mundo aunque sé que no merezco ni su más mínima atención. Después de años de búsqueda, por fin te encontré hija mía y aunque el tiempo es muy corto, lo que más me gustaría en esta vida es conocerte. Desgraciadamente no supe ser un padre para ti y te pido perdón por ello. No me alcanza la vida para arrepentirme por el daño que te hice al abandonarte junto con tu madre, a la que tampoco fui capaz de respetar como se lo merecía. En este instante las palabras sobran y por mucho que deseo pasar contigo el tiempo que me queda, puede que le pida demasiado a la vida y no se me conceda. No me queda otra cosa por hacer que rezar para conseguir tu perdón. Perdóname hija mía, por no estar a tu lado cuando más me necesitabas. Felipe, por favor cuida de mi tesoro. Sé que eres un buen hombre y la quieres más que a tu vida. No nos conocemos , pero allegados míos me han hablado muy bien de ti.

Me despido sin más, me gustaría que un día nos conociéramos, aunque fuera a través de una videollamada.

Un abrazo muy fuerte y cuidaros mucho uno al otro.

Siempre vuestro,

Michael Smith Logan, "

Me vi en un mar de lágrimas, pero no de emoción sino de rabia.

- Pero este hombre ¿qué se ha creído? ¿Qué puede venir a pedir perdón como si nada? --- no pude aguantar el peso en mi corazón. Sentía la grandísima necesidad de decirle las cuatro verdades, y menos mal que no lo tenía delante de mi porque sería capaz de cualquier cosa.

- Me he quedado sin palabras---Felipe bufó abriendo los ojos como platos---Isabel...cariño...---intentó hablarme sin éxito.

- Este hombre es muy atrevido ¿no cree? --- me dirigí hacia el abogado y de su parte recibí una mueca de disgusto.

- Si me permite---siguió el licenciado---según me ha llegado a mi la información, el Sr Smith no ha dado con usted hasta ahora. La ha buscado, eso sí es verdad porque yo personalmente tengo constancia de ello, pero como usted se ha casado y ha cambiado de domicilio, le ha sido un poco imposible alcanzarla---informó con rapidez gesticulando con las dos manos.

- Ya--- añadí con ironía---ha tenido 20 años para buscarme y encontrarme de sobra ¿no cree? En cuanto a mi madre, el debería de pedir perdón a mi progenitora también, tanto como a mi difunto padre, que fue el que me crió realmente. El fue mi padre, Carlos Blanco. Yo de este señor no quiero saber nada, ya puede comunicárselo si desea.

Cogí mi bolso y a punto de levantarme de la silla, el licenciado habló de nuevo.

- El Sr Smith está muy enfermo, puede que no tenga tiempo para todo el perdón que él quiera pedir. Para su madre también tiene un mensaje , un compañero mío se la ha hecho llegar hoy mismo. Además, eh...no sé cómo informarla de esto pero hay algo más importante todavía.¿Porqué no toma el día de hoy para poner sus pensamientos en orden y tranquilizarse un poco? Tome---me aconsejó---tome su tiempo hasta mañana y nos vemos en mi despacho a las diez para dejarme saber si ha decidido algo...lo que sea---habló paciente.

- Es buena idea cariño---Felipe susurró en mi oído---vamos a comer y damos un paseo por el parque, que es donde te gusta salir.

- No entiendo---me burlé--- aparece después de 23 años y pretende recibir el perdón que no merece. Muy atrevido ¿no?---esperé que Felipe me contestara mientras le veía sonriendo tontamente. Me levanté tomando el bolso y me encaminé hacia la salida. Felipe me acompañó casi corriendo detrás de mi. Me di la vuelta desde la puerta y hablé por encima de mi hombro.

- Me lo pienso por hoy, pero si a las diez no estoy aquí, dígale a ese señor que se olvide de mi. Así como no existí para el durante tantos años, no existiré jamás. Y no quiero nada de él.

Salí sin más. Unos metros más adelante rompí a llorar y no me importó que estaba en la calle. Felipe me abrazó con fuerza susurrando palabras de ánimo a mi oído, y sus manos me sostenían para no dejarme caer. Sentía mis piernas como gelatina y temía dar un paso más por si me derrumbaba.

   Pasamos la tarde dando paseos y hablando como antaño solíamos hacerlo. Echaba tanto de menos esos tiempos. De hecho, desde la última cita con la terapeuta, las cosas entre nosotros habían mejorado muchísimo; había momentos cuando todo parecía de lo más normal y nuestra vida fluía. Íbamos por un buen camino y no me arrepentía de los pensamientos en los que decidí darle una nueva oportunidad. Se la merecía realmente, más que nada porque no pasaba ningún día sin pedirme perdón y me tenía de lo más contenta.

  Por otro lado , mi niña estaba de lo más feliz. Seguimos el consejo de comportarnos como una familia y nos salía de maravilla. De vez en cuando hablaba con mi madre y en varias ocasiones llegó a pedirle permiso para pasar más tiempo con nosotros; el único inconveniente era que tenía algunas actividades a las que no podía renunciar.

  Habíamos cogido buen rumbo,aparte de ganar confianza en nosotros mismos y en nuestra relación, también estábamos más abiertos a la hora de tratar a nuestros amigos. Ya hacíamos planes juntos y compartíamos más tiempo que antes. Mi relación con Daniela mejoró tanto que recuperamos nuestra amistad.

  En cuanto a mi madre, nuestra relación había sido difícil desde siempre y, como no deseaba complicarla más, dejé las cosas en su ritmo. De vez en cuando preguntaba a Felipe por mi y el le contestaba no antes de comunicármelo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP