—Yo en verdad no creo que Raymond la quiera —añadió Layla—. Se porta bien con ella para aparentar, para mantener su fachada, pero estoy segura de que hay algo más detrás de todo eso. No entiendo por qué la tiene aquí, como su esposa, como si ella perteneciera a nuestro mundo. Y ese bebé tal vez ni siquiera es suyo.

Margot la observó mientras la escuchaba. Siempre había considerado a su sobrina una mujer de carácter, pero también sabía que aquel carácter sin freno podía tornarse en su peor enemigo. Dio un sorbo pausado a su té antes de responder, midiendo sus palabras con la precisión de quien sabe que una chispa más podría encender un incendio.

—Tal vez sí sea su hijo, pero no lo sé. Quizás llegaron a un acuerdo. Esa mujer pudo haber accedido a tener al heredero que Raymond necesitaba. No olvides que él estuvo en coma durante dos años, y algo así cambia a un hombre. Quizás al despertar se dio cuenta de que necesitaba asegurar su legado, y ella simplemente apareció en el momento oportu