Ecos del pasado
La noche había caído por completo sobre la ciudad, cubriéndolo todo con un manto de sombras densas que parecían susurrar secretos antiguos. Ethan y Ana se encontraban en la pequeña habitación del apartamento de él, rodeados por libros abiertos, papeles con anotaciones, velas consumidas y varias fotografías amarillentas que habían encontrado en la caja olvidada dentro del armario de Ana.
El aire estaba cargado de olor a humedad, tinta y cera derretida, mientras el tic tac del reloj llenaba cada pausa de sus respiraciones contenidas. Ana hojeaba un libro polvoriento sobre rituales antiguos, sus dedos pasando las páginas con cautela, como si cada una pudiera desmoronarse bajo su toque. Ethan escribía frenéticamente en su cuaderno cada detalle que consideraba importante, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.
Las horas pasaban, y el cansancio se acumulaba en las ojeras profundas bajo sus ojos, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse. La amenaza que sent