Sofía
Él me derriba, y rodamos en las sábanas arrugadas como dos fieras acorraladas, pero ninguno de nosotros quiere huir. Queremos el impacto, la mordida, la desgarradura. Lo siento en todas partes, en mi piel, en mis huesos, hasta en la sangre que golpea en mis sienes.
No me toca, me incendia.
Cada beso es una chispa, cada caricia una quemadura, cada abrazo una herida. Pero no retrocedo. Me estiro, me arqueo, le ofrezco mi rabia como una ofrenda.
Quería rechazarlo. Quería protegerme. Pero cuanto más me aplasta, más me abro. Cuanto más me retiene, más lo retengo. Cuanto más me rompe, más renazco.
Me pierdo. Y me abandono a ello.
Elio
Ella me rodea, me agarra, me aspira en su vértigo. Su fuerza es igual a la mía, y por eso la quiero. No es presa, es llama. Y yo, solo puedo arder con ella.
Sus gemidos desgarran el aire, sus uñas desgarran mi piel. Cada dolor es una éxtasis. Cada espasmo, una victoria. Pero entiendo que ya no hay victoria posible: ambos somos vencidos, derribados por e