Sofía
La palabra "no" cortó el aire como una cuchilla afilada.
El silencio cayó, brutalmente, congelado, helado.
Como un vaso que se hubiera roto en cámara lenta.
Cada mirada posada sobre mí es una acusación silenciosa. Un juicio. Un golpe invisible.
Siento su impacto, su ira contenida, su incomprensión también, porque ninguna mujer le dice no a Elio. No aquí. No así. No delante del mundo entero.
Pero yo me mantengo erguida.
Inmóvil.
Sin ceder.
Como un arma oculta bajo una piel frágil.
Sé que este rechazo es una afrenta. Un desafío lanzado a un imperio. Un imperio construido sobre el miedo, la lealtad, el silencio. Un imperio que no tolera ni las desviaciones... ni a las mujeres de pie.
Sé que no me dejarán hacerlo.
Siento la tensión en la sala aumentar como una marea negra. Los invitados se congelan. Los rostros se cierran. Las miradas se apartan para no ser atrapadas en el campo de la explosión.
Pero no flaqueo.
No todavía.
Elio
Ella dijo "no".
Esa palabra, tan corta, ha fracturado