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Mundo ficciónIniciar sesiónLa casa era tal y como me la imaginaba, era hermosa por fuera y se veía muy grande además de que la playa estaba a tan solo unos metros de está todo era tan hermoso.
Bajamos de la camioneta, Sebastian con ambas maletas en las manos y yo y Nana por delante sin dejar de abrazarnos y sonreir, subimos un par de escalones para poder llegar a la puerta principal de la casa.
Al entrar un rico aroma a frutos inundó mis cosas nasales amaba ese olor era tan relajante, la casa era de tenía piso de madera pero era muy hermosa.
–Lucia hay un pequeño problema que se me olvidó comentarte – dijo mi nana mirando a Sebastian quién al parecer entendia todo.
–¿Que pasa?, No me asusten por favor –
– Es solo que la casa cuenta con tres recamaras y la que estaba destinada para ti aún no han traído los muebles que ordene por lo tanto tendrás que compartir habitación con Sebastian –
Mis ojos se abrieron como platos al escuchar esas palabras ¡Compartiría cuarto con ese bombón!, Sebastian solo me miraba sonrojado, mire a Nana y la tome de ambas manos.
– Por mí no hay problema solo no quiero incomodar – le dirigi una mirada rápida a Sebastian.
–Ohh, yo no tengo ningún problema con que compartamos habitacion – negó con ambas manos.
–Bueno entonces Sebastian muestrale la casa a Lucía y llévala a instalarse mientras preparo la comida – mi nana no paraba de sonreír estaba muy contenta de que yo estuviese aquí.
Subimos las escaleras con Sebastian el adelante de mi y no pude evitar ver su trasero, si que estaba bien formado y su espalda fornida y ancha ¿Dios pero en dónde has dejado al niño inocente de hace 11 años?. Sacudí mi cabeza varias veces no podía pensar en eso ahora.
Llegamos al cuarto de Sebastian este era color blanco, su cama era un poco grande había un televisor y en una esquina cerca de su armario se encontraba su guitarra a él siempre le había gustado tocarla y recuerdo que cuando era niño tenía una voz hermosa.
–Aprendiste a tocarla – señale con la mirada la guitarra.
–Ss.. si bueno, siempre me gustó y pues aprendí – se encogió de hombros y se llevó una mano a la nuca apenado con una sonrisa. – El baño está por ahí y aquí están tus cosas – señaló una puerta color café supongo que ese era el baño.
–Gracias – asentí con una sonrisa.
–Tus ojos no han cambiado desde la últimas vez que los Vi, siguen teniendo ese azul electrizante – dijo con un leve rubor en sus mejillas.
– Sebastian pasaron 11 años y tú sigues obsesionado con mis ojos – negué divertida.
– Esque son hermosos – sonrió de una manera boba sin apartar su vista de mi.
–Mejor dejemos para luego los piropos.
–Amm tienes razón, te dejaré para que llames a tus padres y te duches o lo que sea que quieras hacer – y con eso se fue de la habitación.
Me senté sobre la cómoda cama llame a mis padres para notificarles que estaba bien y que me sentía muy bien, pude notar que tenía un par de llamadas de Esteban pero no hice más que ignorar las no quería saber nada de él.
Después de unos minutos de estar pensando en Miles de cosas decidí bajar a comer el rico olor a lasaña me estaba matando por completo.
Baje al comedor para encontrame con Sebastian y mi nana ya sentados en la mesa esperandome, me sente a un lado de Nana y con Sebastian enfrente de mi.
Hablamos de como era mi vida en Nueva York, de las fiestas que se organizaban, de mis padres y sobre mis estudios, durante el resto de la comida Sebastian y yo nos dábamos miradas tiernas y luego bajabamos la cabeza apenados con sonrisas traviesas.
Terminamos de comer y ayude a Nana a recoger los platos y a limpiar lo que se había ensuciado.
– Sebastian por qué no van a la playa diviértanse un poco – dijo mi nana cuando terminó de secar el último plato.
–Lucia quieres ir a la playa un rato? – pregunto con timidez.
–Esta bien pero déjame cambiarme – señale mi ropa y subí a la habitación.
Saque un par de trajes de baños la ventaja esque mi cuerpo aún no había cambiado demasiado y todavía podía usar trajes de baños algo descubiertos.
Caminaba del baño a la cama en bikini para guardar la ropa en la maleta, mi cabello estaba recogido en una coleta alta algo despeinada estaba de espaldas a la puerta cuando escuché está fue abierta.
–Lucia ya estás lis... – Sebastian se quedó como un tronco al verme de esa forma. – Yo, yo lo siento debí tocar perdón – dijo nervioso y muy apenado.
–Tranquilo es solo un traje de baño – me coloqué unos shorts encima del bikini para evitar más incomodidad.
– Lo siento en serio –
–Esta bien, bueno te espero abajo supongo que tú también te quieres cambiar – el solo asintió y yo solo salí del cuarto con una pequeña sonrisa en mi rostro.









