Capítulo 6. La mañana después.
Se desplomó sobre mí, con el aliento destrozado, el peso de su cuerpo era la afirmación final. La intimidad fue rápida, dolorosa y pesada, pero no se sentía como un sacrificio.
Yo no podía moverme. Estaba exhausta, y mi cuerpo me dolía.
Lucas fue el primero en levantarse. Fue al baño, y al regresar, se sentó al borde de la cama, dándome la espalda.
—¿Estás bien? —preguntó.
No respondí.
Me giré, enfrentándolo. —No se preocupe, señor Wilson. Su herencia está en camino.
Mi sarcasmo lo golpeó. Él se giró completamente, sus ojos se encontraron con los míos. Había una nueva emoción en ellos: no era frialdad, sino un arrepentimiento profundo, mezclado con una rabia contenida.
—Cállate, Ruby —dijo, con la voz baja y peligrosa—. No vuelvas a hablarme así. Sabes que esto fue una obligación.
—Y usted sabe que fue mi primera vez —respondí, con la voz temblándole por la ira—. Lo que para usted es un trámite, para mí es la ruina de mi vida.
Lucas no respondió de inmediato. Se puso de pie, su porte