Capítulo 55. Ridículos sermones.
La intensidad del momento nos había devuelto la vida. Después de toda el furor y el miedo, sentir la cercanía de Lucas era la única medicina. Estábamos en la pequeña cama de mi infancia, y el ambiente era tan íntimo, como un refugio seguro.
Lucas intentó retomar el juego de seducción, acariciándome los pechos por encima de mi blusa desabrochada. Pero mi deseo, que había sido tan inminente, de repente se detuvo. Sentí mis mejillas arder, y una inseguridad conocida se instaló en mi mente.
—No me siento segura con mi cuerpo —susurré, quitando suavemente su mano de mi pecho. El vientre estaba enorme y mis curvas eran todas nuevas.
Lucas me miró, y no había decepción en sus ojos, solo adoración.
—No te sientas así, cariño. Eres la mujer más sexy que he conocido en la vida —dijo, y en lugar de discutir, comenzó a besarme el cuello con suavidad. Levantó la sábana de la cama, y nos cubrió a ambos.
Me recostó con delicadeza, besando cada punto de mi rostro, de mis hombros, de mis brazos. Su ta