Capítulo 65. El Juramento en el Silencio.
Los pasillos del Argus, con su monótono aroma a antiséptico y su luz blanca y obstinada, se habían convertido en la única geografía que Ramiro podía tolerar. Era el último reducto de Aura, el único lugar donde podía sentir que aún le pertenecía. Día tras día, el mundo exterior, el departamento convertido en cuartel general de Lía y Elvira, parecía una realidad prestada y distante.
Se sentó al borde de la cama, repitiendo la única disciplina que lo mantenía en pie. El bip-bip-bip constante del monitor cardíaco y el suave zumbido de la ventilación eran ahora la banda sonora de su vida. Aura yacía allí, una figura pálida y frágil, atrapada en el silencio de su profundo letargo. Hablaban de sus pulmones comprometidos, de la necesidad de paciencia, pero Ramiro se negaba a limitarse a la pasiva agonía de la espera.
Esa tarde, su acción fue más que un simple gesto; fue una transferencia de energía desesperada. Tomó la mano de Aura, sosteniéndola con una intensidad que pretendía insuflarle s