Capítulo 49. El Tribunal de la Mañana
El ascensor del Centro Médico Argus era de cristal pulido, y Ramiro sintió que la presión aumentaba con cada piso que subía. Al llegar al nivel ejecutivo, el ambiente era inusualmente silencioso, la calma artificial que precede a un evento importante.
La recepcionista le hizo un gesto mudo, indicándole la sala de conferencias principal. Ramiro asintió, su semblante ya moldeado en una máscara de calma profesional.
Abrió la puerta de madera maciza y entró. La sala de conferencias era un espacio sobrio, dominado por una larga mesa de caoba flanqueada por sillas de cuero negro. El Dr. Selig estaba allí, de pie en un extremo, su rostro pálido y tenso.
Pero Selig no estaba solo.
Sentados a la mesa, esperándolo, había tres figuras más, todos especialistas en lesiones de deportistas de élite que Ramiro conocía bien.
El silencio que siguió a la entrada de Ramiro fue tan espeso que era casi audible. El Dr. Selig ni siquiera intentó sonreír, solo señaló la silla vacía en el centro de la mesa.
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