Capítulo 32. El Clamor por Vesper
El rugido del motor cortaba el silencio de la noche mientras Ramiro aceleraba. Matías, que había entrado apresuradamente, aún se acomodaba.
—¡Cálmate! ¿Me puedes decir adónde vamos y por qué me has dejado plantado con una mujer hermosa y una niña en medio del Paseo del Canal? ¿Y quién es esa mujer?
—Esa mujer… es mi fisioterapeuta. Y es mucho más que eso.
—Sí, ya vi que es ‘más que eso’. ¡Tiene una hija! ¿Y qué? ¿Eso merece este pánico? Pareces haber visto un fantasma.
—Eso es lo que quiero averiguar, si ella es el “fantasma”
— ¡Estás bromeando! ¿La mujer que te masajea el hombro, es un fantasma? Explicate amigo, o ¿Te estás volviendo?
El aire en el Oráculo estaba cargado de música house, perfume caro y un calor sofocante. La noche estaba a explotar de hombres sedientos de bailes y chicas semidesnudas. El tumulto era tal que los guardias estaban apostados por todos los rincones.
Ramiro no se detuvo, caminando directamente hacia el fondo. Matías lo siguió, con la boca ligeramente abier