Capítulo 24. El Tic-Tac Ineludible.
Lía salía de la clínica de la mano de Aura, saltando ligeramente sobre sus pequeños pies. La alegría por la excelente recuperación era palpable, iluminando el rostro de Aura más que la fría luz del pasillo.
—¡Mami, mami! —Lía tiró de su mano con entusiasmo—. Como me porté muy bien, y mi ojo está perfecto, ¿podemos ir por un helado? ¡Por favor, por favor, un helado de arcoíris!
Aura sonrió, pero su mirada se desvió inmediatamente hacia el reloj de pulsera. 8:45 PM. Su turno estaba cerca. Cada minuto era vital. Podía sentir el tic-tac no solo en su muñeca, sino en la tensión de su nuca.
Iba a negarse, pero entonces miró a Lía. Vio el brillo de felicidad detrás de sus gafas oscuras y recordó el miedo de las últimas semanas, el agotamiento, el pequeño cuerpo de su hija en la mesa de operaciones. Rechazarle un deseo tan simple, después de todo lo que había pasado, le dio un sentimiento de doloroso egoísmo.
—Está bien, mi amor —cedió Aura—. Pero tendremos que ser muy, muy rápidas. Escúchame