Capítulo 21 La fachada de Emilia.
Emilia Zúñiga, desde su gran despacho, revisaba una lista de invitados. Adriana estaba sentada frente a ella, con un semblante más tenso de lo habitual.
—Ya está. Doscientas cincuenta personas. La plana mayor del tenis, patrocinadores y, por supuesto, los amigos del jet set. Una asistencia de este calibre es la única forma de acallar los rumores, querida.
—¿Estás segura de que una fiesta tan ostentosa es la respuesta, Emilia? Ramiro apenas sale de la habitación y detesta la multitud. Lo último que necesita es...
—Lo que Ramiro necesita —interrumpió Emilia— es que el mundo vea que está bien. Que no está deprimido ni fuera de control, como sugiere la prensa. Adriana, nuestro plan es simple: mañana por la noche celebramos su recuperación física y su estado mental. Es una muestra de control, una declaración pública de que los Zúñiga no se quiebran.
—Lo entiendo. La óptica. Pero Ramiro... no sé si va a cooperar. Desde la cirugía, ha estado tan distante, tan... frío. Apenas me habla.
—Y ah