Capítulo 82. Golpes simultáneos
Capítulo 82. Golpes simultáneos
Alessia
Entro sin capa, con la muñeca todavía caliente por la costura del anillo. La luz del taller es un rectángulo cortado; olor a cola, a serrín, a máquinas que fingen normalidad. Marco no está; el espacio guarda su ausencia como una herida abierta.
Avanzo con Valentina a mi lado, Enzo pegado como sombra, y la respiración de la casa segura pegada a la nuca. No hay dramatismo: hay cálculo. Los hombres dentro creen que atienden un pedido, no una sentencia.
Los veo en la penumbra: manos curtidas, sonrisas de cliente, la caja rota con cinta que lucía inocua la última vez. Uno levanta la vista y me reconoce mientras busca una excusa que no existe.
—¿A ti te conozco? —dice, con la torpeza de quien pide perdón antes de entender el crimen.
No lo dejo hablar. Me acerco despacio, como quien mide la distancia antes del golpe. Me gusta ponerles nombre a las cosas que me hirieron. Me acerco y la voz no me tiembla.
—Tú mandaste la caja —digo—. Trajiste fuego a mi v