Luther.
El aire en la habitación me pesaba, estaba cargado de una tensión que se enredaba en mi pecho como cadenas invisibles.
Caminé de un lado a otro, desesperado por el encuentro que tuve con mi ex, el único cabo suelto que dejé. Mi mente quedó atrapada en el recuerdo de Celeste: su mirada fue incluso más desafiante que la última vez, y la firmeza en su voz... Por primera vez en mucho tiempo, la vi diferente. Más fuerte y decidida, con la intención de dañarme.
Malzahar me hacía sentir más molesto con esa maldita risa torcida.
—Lo estás lamentando, ¿verdad? —su voz resonó como un eco dentro de mi cabeza.
Me detuve en seco al escuchar sus estúpidas palabras. ¿Otra vez iba a empezar con lo mismo?
Mi mandíbula se tensó. No soportaba tener que interactuar con Malzahar cada vez que me sucedía algo que alteraba mis emociones.
Estaba harto.
—¡No! —grité, negando rotundamente.
Pero Malzahar solo se echó a reír con burla, ya era costumbre escuchar su carcajada a diario. Y todo porque enc