Kael.
El aroma del desayuno aún flotaba en el aire: pan tostado, frutas frescas y un té que ya comenzaba a enfriarse en mi taza.
Celeste estaba frente a mí, mordisqueando una fresa con su sonrisa distraída, mientras sus ojos recorrían el pueblo a través de la ventana. Había aprendido a leerla incluso en sus silencios… y hoy, algo se sentía distinto.
No nerviosismo, no exactamente. Pero sí una espera sutil. Como si algo se estuviera gestando en el aire.
Y entonces, lo sentí. Antes de oírlo siquiera.
Golpes suaves en la puerta del comedor.
Un segundo después, uno de nuestros mensajeros apareció con una carta sellada entre sus manos. Se la entregó a uno de los guardias, quien cruzó el umbral y me la ofreció sin una palabra.
Tomé el sobre, notando de inmediato el sello de DarkMoon.
Era Luther.
—Es la respuesta —murmuré, mirándola.
Celeste alzó la vista, su atención completamente enfocada ahora en mis manos.
—¿Respuesta? ¿A qué te refieres?
—Luther ha respondido a la carta que le envié