Celeste.
Corrí las cortinas porque el sol inundaba la habitación y el calor del verano era abrumador. El aire acondicionado estaba luchando para mantener el frío, y Kael se encontraba acostado en la cama.
Fui hacia él, con lentitud.
Me senté a su lado y lo agarré como si fuera un bebé para acariciar su cabello con ternura.
Estaba feliz.
—¿Qué crees que serán? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.
—¿Cómo?
No entendí su pregunta.
Parpadeé.
Se incorporó en la cama para sentarse y mirarme a los ojos. Me sentí nerviosa, porque sus iris se adentraron en lo más profundo de mi alma.
—Los cachorros. ¿Piensas que serán dos niñas o dos niños? —cuestionó, con una mano en la barbilla—. Pronto podremos saber su género, pero por ahora, quisiera adivinar.
—¿En serio? —Me reí.
Mi próxima cita con la ginecóloga sería dentro de una semana. Nos avisó que ya estaba lista para saber el género de los bebés.
—Yo intuyo que serán dos niñas.
Apreté los labios.
—Bueno, entonces yo digo que se