Celeste.
El mundo a mi alrededor se desvaneció cuando mi boca se unió a la de Kael y empezamos con el intercambio de salivas.
No me importó estar en la enfermería, igual estaba vacía. Para mí, solo existíamos nosotros dos, enredados en un torbellino lleno de emociones.
Sentí que nuestros corazones latieron al unísono, y el calor de Kael era suficiente para derretir mi cuerpo. Era la primera vez que llegaba tan lejos con un hombre, mi cuerpo se calentó en cuestión de segundos.
—No me detendré, Celeste —habló entre mi boca, el sonido de los besos era excitante—. Así que de una vez te pregunto, ¿estás segura de hacer esto aquí? ¿No prefieres una habitación?
Me separé para agarrar aire y mirarlo a los ojos. Ya había empezado, ¿por qué quería dejarlo? Mi cuerpo estaba listo para él. En mi entrepierna se sentía el calor infernal que me provocó un simple beso.
—¿Te arrepientes ahora?
—Simplemente quiero que estés segura. Tampoco pienso abusar de ti como un imbécil —comentó, en un reso