Celeste.
Estaba peleando junto a Kael contra varios cazadores, nuestra prioridad era encontrar al líder y acabar con los enemigos de una vez por todas.
—¿Qué pasa? ¿No pueden contra una loba que ni siquiera se ha transformado? —inquirí, divertida.
Uno de ellos me miró con rabia, sus dientes chocaban porque no podía tocarme con su espada. Mis reflejos eran rápidos, me sorprendía la capacidad en combate que tenía en mi forma humana, y todo gracias al entrenamiento de Kael.
—Eres una perra…
Kael se encargaba de dos, yo de uno. El cazador corrió hacia mí y solo tuve que moverme a un lado para esquivar otro de sus débiles ataques.
—¿Cómo fue que te graduaste? No creo que seas importante en tu organización —me burlé.
Sí, se me estaba subiendo el poder a la cabeza. Es que vamos, toda mi vida me pisaron por ser la más débil de todos. Tenía que seguir puliendo mis habilidades, demostrando que podía ganarle a un cazador.
Sonreí de lado.
—Maldición —bufó, tensando la mandíbula y acomoda