Celeste.
—¿Crees que se haya perdido? Le di la dirección exacta —preguntó Marcela, con los ojos metidos en la pantalla de su celular.
Se mordió una uña. Estábamos esperando a Marcus porque iba a venir ese día, y mi amiga estaba más emocionada que cualquiera.
—No lo creo. Puede usar el GPS y encontrarte con facilidad —murmuré, cruzada de brazos—. Lo que me preocupa es que Kael haya aceptado tener una cita doble en el comedor del pueblo.
—¡Sé que no es el mejor lugar! Pero vamos, así Kael lo conocerá por fin —Empujó mi hombro con diversión—. ¿No estás contenta por mí, Celeste?
Me hizo ojitos, unos ojitos brillosos que me hicieron sonreír por su sutil forma de manipulación.
—Claro que lo estoy. Me alegra que por fin hayas encontrado a tu alma gemela —dije, con total sinceridad en mi tono—. Sólo falta que la diosa te empareje con él y listo. Destinados por siempre.
—Esta noche haré cositas con él… —susurró, mordiéndose el labio inferior—. Ya sabes a lo que me refiero.
—¡M-Marcela!