Toco mis muñecas con dedos temblorosos, las cuales arden con un dolor punzante e insoportable, consecuencia de la fuerza que ejercí mientras intentaba liberarme de mis ataduras.
El dolor se extiende como fuego líquido por mis brazos, recordándome la brutalidad de mi situación actual.
Estas bestias despiadadas, habían dejado sujetada la cuerda alrededor de mis extremidades, entrelazando cada fibra con tal maestría que me resultó imposible aflojar siquiera un milímetro del nudo que me mantenía cautiva.
Las marcas rojizas que ahora decoran mis muñecas son testamento de mi lucha inútil.
El ardor no cesa, palpita al ritmo de mi corazón acelerado, mientras intento mantener la compostura en este infierno terrenal.
Sé con absoluta certeza que cada sílaba pronunciada por ese imbécil despreciable encierra una verdad innegable.
En este universo paralelo y oscuro dominado por las reglas de la mafia, la ambición insaciable es el único motor válido para la supervivencia; nunca, bajo ninguna circuns