El hacer el amor con Alessandro había dejado a Natalia totalmente confundida. Por un lado, aquel instante robado seguía quemándole en la piel como un tatuaje invisible. Había sido hermoso, devastador, imposible de olvidar: sentir el peso del cuerpo masculino sobre el suyo, sus besos embriagadores que le arrancaban el aire, esas manos grandes recorriéndola como si le perteneciera, la boca pecaminosa explorando rincones de su ser que jamás había imaginado… Nunca olvidaría esa noche, aunque lo intentara. Alessandro la había marcado, y no había marcha atrás.
Pero también estaba el otro lado: su corazón se había involucrado demasiado. Antes, Alessandro era para ella un ideal lejano, casi inalcanzable, como una celebridad que admiras de lejos, alguien que basta con verlo sonreír o recibir un roce casual para sentir que el corazón se enciende. Así lo había vivido: un suspiro constante, un imposible. Y había aceptado esa ilusión porque no esperaba nada más de él.
Natalia siempre fue conscient