Mundo de ficçãoIniciar sessãoEn ese momento, miro al frente... y ahí está.
Ese chico, el fotógrafo que tanto me gusta. Desde que lo vi, sus ojos verdes me cautivaron. Me quito la chaqueta y suelto un gran suspiro mirando por la ventana. Nana se acerca, notando mi mirada. —Mi niña, no hagas que tu tía te castigue. No lo mires así, juegas con fuego. — La miro haciendo un puchero. —No me mires así. Es por tu bien. Luego no vaya a ser que tu tía y ese señor te hagan algo por culpa de ese joven. —Lo siento, Nana. — Me levanto para limpiar las mesas, y escucho la puerta abrirse. Alzo la mirada, con miedo, pensando que era mi tía. Como me había quitado la maldita chaqueta y tengo prohibido atender mesas —me tienen sentada en la caja solo recibiendo dinero, donde apenas se ven mis manos—, del susto pego mi cabeza sobre la mesa. —De seguro me castigará esa vieja... —susurré. Escucho una risa masculina y siento una mano en mi hombro. —Qué manera tan extraña de limpiar las mesas... ¿Acaso eres la supervisora de limpieza? Alzo la mirada... y me encuentro con la mirada del fotógrafo. Mis pupilas se agrandaron al ver sus ojos verdes mirándome, acompañados de una hermosa sonrisa. Su rostro parecía iluminado. Ese momento fue mágico... hasta que: —¡HEY, MERY! ¡VEN Y LIMPIA LA COCINA! — Volteo y veo a mi nana con la escoba en mano y cara de terror. Disimuladamente sonrío un poco y tomo el trapo. —Este es mi primer trabajo, soy la que limpia este lugar. Me tengo que ir, me están llamando. — Tomo asiento. En ese instante, Nana me empuja suavemente. —Yo termino de acomodar eso. Ve y limpia la cocina. Me sorprendo; Nana jamás me había empujado. La miro riendo un poco. —Ya voy, jefe. — En ese instante, el chico toma mi mano. Lo miro fijamente. —¿Trabajas aquí? Señorita, de verdad es la primera vez que la veo. Tus manos... se parecen a las de la cajera de este lugar, la que nunca volvió. Qué tonto lo que dije, ¿no crees? Podía sentir su mirada recorriendo todo mi rostro. No dejaba de sonrojarme. Me alejé un poco. —¿Me puedes soltar? Es raro... nadie me había agarrado así. Y, bueno, lo que dices también es algo raro. — Dije entre risas. —Tienes razón, señorita. Disculpe. Pero es la primera vez que veo tanta belleza. De verdad, tienes talento para ser modelo. Tu cabello... ¿es real? Y tu rostro, ¿es natural? Asentí, mirándolo. —Tengo que irme. Si haces esto, probablemente mi jefe me echará... y no queremos eso. —Espera. Me llamo Julián. De verdad, eres como una muñeca. Muy hermosa. — Sacó una tarjeta de su bolsillo. —Toma esto, por favor llámame. Me gustaría invitarte a tomar algo y tomarte unas fotos. De verdad, eres muy hermosa. Lo miro y suelto una risa. —Ok, Julián. Lo que haces se llama acoso. No dejas de decirme "hermosa". ¿Eres así de coqueto con todas las bellezas del mundo? —Eres una belleza diferente. Se dice que si a una flor siempre le hablas bonito, será más hermosa de lo que es. Realmente, sería un acosador muy guapo... Sería una buena historia para televisión: el chico guapo se enamora de la chica más seria del mundo. Niego riendo. —Creo que esa serie sería número uno internacionalmente. — Me acerco y tomo la tarjeta. —Solo porque dijiste lo de la televisión. Quiero lanzarte como actor. En ese mágico momento, veo las camionetas negras del señor Zhao. Sentí que mi corazón iba a salirse del pecho. —¿Qué pasa? Te veo asustada. ¿Me puedes decir tu nombre? Me quedé paralizada. En ese momento, se acerca Nana con la chaqueta, interrumpiendo la conversación. —Joven, por favor retírese. Ya vamos a cerrar y la chica debe continuar con sus deberes. Salgo corriendo hacia la cocina. Me recuesto en la pared, procesando todo lo que estaba pasando. Me acerco a la pequeña ventana de la puerta y veo al joven marcharse. Suspiro hondo. —¿Qué diablos pasó? Vuelvo a mirar por la rendija de la puerta... y los veo entrar. El señor Zhao y mi tía. Sentí cómo el mundo se me venía encima. Mi tía ya estaba maltratando a Nana, y sin más remedio, decidí salir de la cocina para intervenir con una sonrisa fingida. —¡BIENVENIDA, TÍA HERMOSA! — Me acerqué con cara de “mosca muerta” y saludé al anciano. —Hola, señor Zhao. En ese momento, el señor empezó a reír y tomó mis manos. Alcé la mirada. Vi el miedo reflejado en la cara de mi tía y no dejé de mirarla fijamente. Entonces, el señor Zhao habló: —Estás muy hermosa. Ojalá que mi nieto te elija. Eres una belleza. ¿Qué haces acá? No deberías estar aquí. —Señor Zhao, haré lo posible para que su nieto me elija como su esposa. Estoy aquí porque mi tía me obliga a trabajar. Como soy mantenida en su casa, debo ser juiciosa. — Me acerqué a Nana y la señalé—. Señor Zhao, ella es quien me orienta en la educación. Como sabe, no estoy estudiando, soy una analfabeta, pero María me ayuda mucho. Por ejemplo, me ha enseñado algunos saludos en chino mandarín. En ese momento, mi tía intervino riendo falsamente. —¿Cómo dirás tal mentira? Yo jamás te trataría así. No me hagas quedar mal delante del señor Zhao. —Tía, yo no soy mentirosa. No me diga eso, me hace sentir muy triste. Entonces, vi cómo el señor Zhao se levantó... y abofeteó a mi tía con fuerza, exclamando: —¡¿CÓMO TE ATREVES A MANTENERLA SIN EDUCACIÓN?! ¿CÓMO PRETENDES QUE MI NIETO LA ELIJA SI ES UNA ANAFABETA COMO TÚ, PUEBLERIANA? —¡SEÑOR ZHAO, MI SOBRINA ESTÁ DICIENDO MENTIRAS! Vi cómo mi tía se arrodillaba. La miré con una gran sonrisa. Luego tomé la mano de mi nana y miré al señor Zhao. —Señor, creo que mi tía merece el crédito de mi parte educativa. — El señor Zhao miró a Nana y sonrió un poco. —¿Te llamas María, verdad? —Sí, señor. Soy empleada de la señora Luz. —¡LÁRGATE YA, MARÍA! ¿QUÉ DIABLOS HACES AQUÍ PARADA? Vi de reojo a mi tía mientras gritaba. Negué varias veces y susurré: —Baja la voz, respeta al señor Zhao. Qué atrevida eres, tía... Qué pocos modales tienes. ¿No ves que el señor quiere felicitar a Nana? Me acerqué a Nana. —Nana, ya puedes irte. Disculpa los malos modales de mi tía. Ella me miró con cara de terror y salió casi corriendo de la cafetería. El señor Zhao volvió a abofetear a mi tía, alzando la voz aún más:






