Seraphine sostuvo la mirada de Silas por largo rato antes de decir en voz baja: —¿Y si rechazo?
La sonrisa de Silas no se borró, pero sus ojos se helaron. —Si rechazas… esa información llegará al Este. Y ellos la usarán para justificar algo mucho peor que un ataque a un convoy.
El silencio se suspendió entre ellos. El viento nocturno sopló, trayendo el aroma metálico de las balas de plata en la caja.
Finalmente Seraphine dijo: —Lo pensaremos.
Silas inclinó la cabeza apenas y se dio la vuelta. Sus hombres cerraron la caja de acero y la devolvieron al SUV.
Los motores arrancaron de nuevo, pero antes de que la puerta del vehículo se cerrara, Silas se volvió un instante y dijo: —Recuerden, Alfa… Luna… el tiempo siempre corre más rápido fuera de sus tierras.
Los SUVs se alejaron, devorando la carretera oscura del