Mundo ficciónIniciar sesión—No… no soy yo —susurró, temblando.
Alaric la vio, atravesó el campo y la tomó de la mano.
—¡Escúchame, Seraphine! ¡Esa no eres tú! ¡Eres más que la sombra de Kaelith!
—¡Pero está dentro de mí! —gimió ella, presionando su pecho, con lágrimas cayendo—. ¡Puedo sentirlo… puedo oírlo!
—Entonces déjame ser tu voz —gritó Alaric, sacudiendo sus hombros—. ¡Confía en mí! ¡No lo dejes ganar!
Seraphine lo miró, los ojos llenos de lágrimas. En medio del estruendo de la batalla, solo la voz de Alaric logró atravesar la oscuridad de su mente. Apretó su mano con todas sus fuerzas y, por un momento, la sombra interna se debilitó.
Con un grito de valentía, levantó su espada una vez más







