Mundo ficciónIniciar sesiónFinalmente, Seraphine habló otra vez.
—Alaric… gracias. Por todo. Por no rendirte conmigo.
Alaric se volvió hacia ella, sus ojos llenos de sinceridad.
—No podría rendirme con la única razón que me mantiene en pie.
Las palabras la dejaron muda, y su corazón comenzó a latir con fuerza. Sabía perfectamente lo que él quería decir, aunque no lo dijera en voz alta. Y, curiosamente, no le daba miedo escucharlo.
El sol se alzaba en el cielo, y aunque su mundo seguía lleno de peligro, en ese lugar, en ese momento, Seraphine sintió algo que nunca antes había sentido: una paz nacida no de la ausencia de guerra, sino de la presencia de alguien a su lado.
—Seraphine —la voz de Alaric fue suave, pero lo bastante firme para hacerla girar la cabeza—. Lo sabes, ¿verdad? No tienes que cargar con todo esto sola.






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