El casting.

POV Emily

Luego de aterrizar en el aeropuerto, tuve que tomar un bus para poder llegar a mi destino, quisiera poder estar tranquila y confiada, pero recibir aquel dinero de Dominica me hacía sentir más tensa.

El bus se detiene y miré a través del cristal el nombre del edificio donde realizarían el casting.

Cargué mi equipaje con mucha dificultad, cada que me acercaba, más temor sentía. Quisiera que mi corazón por un momento se calmara, que sintiera que estábamos bien, que no era necesario latir tan fuerte, tanto que lo sentía en mi garganta.

Más chicas iban llegando, chicas muy hermosas.

—Hola, ¿también vienes al casting? —le pregunté a una linda rubia.

La mujer asiente y sigue caminando.

Intenté hacer una amiga, pero veo que no será tan fácil como pensé.

Llevaba debajo de mi brazo el portafolio con mis fotos, con un dinero prestado en mi bolsillo y la esperanza de lograr algo aquí.

La competencia parece difícil, compartí elevador con tres chicas más y todas son hermosas, altas, delgadas. Dos de ellas tenían ropa de diseñador, zapatos costosos. La otra chica, tenía un estilo diferente, pero el collar en su cuello decía mucho sobre economía.

Las puertas del elevador se abren y nos encontramos con un pasillo lleno de espejos, en el fondo había una recepción iluminada de una llamativa luz blanca.

Caminé detrás de las chicas y miré mi reflejo en el espejo, mi atuendo quizás no es el más costoso, pero estoy bien para la ocasión, mi vestido estaba bien planchado, el color blanco me favorece. No tengo demasiado maquillaje por cuestiones de tiempo, pero tengo una piel sana, así que me veo fresca y natural.

—Bienvenidas, ¿ustedes vienen al casting?

La mujer de recepción nos recibe.

—Adelante, llenen estos formularios y luego, pasen a aquel salón y esperen su llamado.

Asentí tomando un esfero y empecé a llenar todo lo que la recepcionista indicaba.

La chica a mi lado se llama Natasha, creo que la he visto antes, pero no recuerdo en dónde. Es una rubia de nariz respingada.

Miraba los brillos de su vestido y sentía el olor de su perfume, huele a mujer adinerada.

Llegué al otro salón y dejé mi equipaje en un rincón junto a otras maletas.

—¿Este asiento está libre?

—Sí, adelante.

Me hice al lado de una chica morena que miraba algo en su móvil.

—¡Buen día!

Una mujer joven nos saluda llamando nuestra atención.

—Chicas, bienvenidas. Mi nombre es Carla y el día de hoy las estaré acompañando en las tres fases del casting. ¿De acuerdo?

Carla sonreía ampliamente.

—Dentro de poco iniciaremos la fase número uno, pero antes, les charlaré un poco sobre la marca que está en la búsqueda de esta modelo que el día de hoy se escogerá.

Sé que leí el nombre, pero no recordaba con claridad.

—La compañía Jones Corporation —menciona la chica que está a mi lado levantado su brazo.

—Sí, la compañía Jones Corporation.

—Oh, sí, ya lo recordé —susurré asintiendo, pero en realidad creo que no leí nada de la marca, solo me enfoqué y me emocioné por el casting.

—Bien, parece que todas están al tanto ¿no?

—¡Sí! —responden todas las chicas que están en la sala.

Alguien más llega, se acerca al oído de la mujer y le dice algo en voz baja.

—Bien, chicas. Todo está listo, iremos llamando en el orden que fueron dejando sus datos en recepción, por favor, tengan a la mano su portafolio.

Cinco minutos después llaman a la primera chica, así qué, esto ha iniciado.

—Soy Emily —saludo a la chica a mi lado.

—Oh, yo soy Ana.

—Un gusto, Ana.

La chica me repara y hace un gesto extraño.

—No soy lesbiana, solo por si las dudas —menciona ella de la nada.

—No, yo tampoco. Solo intento hacer una amiga.

Ana sonríe y cubre su boca.

—Lo siento, pero hace poco tuve una extraña experiencia con alguien, pero olvida que dije eso.

—Está bien… solo quería preguntarte por la marca, al parecer sabes mucho de ella.

—En realidad no mucho. Bueno, consulté un poco, es que no soy de aquí. Soy de Rusia.

La chica de facciones finas y bonita, con razón, ya se notaba que no era de por aquí.

—Oh, vienes de lejos entonces.

—Solo un poco.

Ella tenía un portafolio bastante grande, en comparación con el mío.

—¿Qué sabes de la marca?

—Bueno, sé que fabrican productos de belleza, maquillaje, labiales… tienen toda una línea completa de maquillajes. Son muy conocidos, la marca A.J. tiene reconocimiento en Londres, gran parte de Estados Unidos y Europa; hasta tengo un labial de su marca y no lo sabía, lo compré en Paris hace unos meses que estuve de vacaciones.

¿A.J? vi mucho esa marca en New York. Vi algunos anuncios de esa marca de maquillaje en el camino del aeropuerto hasta aquí, pero no sabía que era la marca que necesitaba de una modelo. Es una compañía importante.

—¿De dónde vienes? No eres de aquí, noté que llegaste con tu equipaje.

—Estaba en New York, viví allí un tiempo, pero soy de un pueblo algo retirado.

—Oh, entiendo.

Seguían llamando a las chicas y todas las que iban al siguiente salón, no volvían, no estaba entendiendo nada.

Era una de las ultimas en esa lista, así que tuve que ser muy paciente y esperar.

—¡Emily Daniel!

Levanté mi mano para hacerme notar y pasé al salón con mi portafolio.

Dos mujeres y un hombre estaban en el lugar, me saluda, me dan una bienvenida y me piden mi portafolio.

La primera fase era una pasarela, las luces y la alfombra roja fueron evidentes para mí.

—¿Estás lista? —pregunta el hombre sentando en medio de las dos damas.

—Sí.

—Bien, cuando quieras.

Las luces se encienden y sentí que me hicieron enceguecer, pero jamás me hicieron apagar. Empecé a caminar con mi mentón elevado, pocas expresiones y mucha seguridad. Aquella pasarela la hice unas dos o tres veces en frente de ellos.

—Bien, puedes detenerte.

Detuve mis pasos y miré a las personas que evaluaban apuntando algo en sus papeles.

—Bien, Elmily. Toma este documento y espera en la otra sala a que te llamen para la fase dos.

—¿Eso quiere decir que pasé la primera fase?

—Así es, felicidades.

Mi corazón se frenó de la emoción, toqué mi pecho ansiosa y pasé a la siguiente sala.

La fase dos era una sesión de fotos, fotos sin retoques. Había un fotógrafo profesional haciendo fotos a las chicas que ya habían pasado.

Que todas estén aquí mirando lo que las otras hacen, es difícil, los murmullos se hacían notar y eso incomodaba a las chicas que estaban frente al lente.  

Éramos como diez o trece chicas, quiere decir que la mitad de nosotras se quedó en la fase uno.

Esperé a mi llamado y me calmé, he estado ante un lente muchas veces, sé escuchar y recibir dirección de un fotógrafo.

Vamos, Emi, demuestra por qué quería estar aquí —repetía en mi cabeza cada que posaba para el camarógrafo.

—Muy bien, eso me gusta, dame más de ese perfil.

Conozco mis ángulos, sé cómo mi rostro se ve mejor, desde niña he practicado para esto.

Al final de las fotos, un grupo de personas llega y se reúnen para tomar una decisión. Tuvimos que esperar por casi media hora a que ellos eligieran.

Pasados esos minutos, llaman a cinco chicas y les dicen algo que no alcancé a escuchar, pero después de eso, les piden salir del salón.

—¿Qué pasó con ellas? ¿será que sí pasaron? —escuché a alguien detrás.

—¡Las demás pasen al siguiente salón para la tercera fase! —gritó un hombre de traje y corbata.

Tapé mi boca llena de asombro, no lo podía creer. Lo había logrado y no podía creerlo. Había pasado a la tercera fase del casting.

¡Dios santo¡ estaba a solo un paso de lograr mi cometido.

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