“La cucaracha”

POV Emily

Éramos diez las chicas con el mismo deseo, sonará loco, pero cuando pasé a la tercera fase, sabía que era mío el contrato. Me llené de seguridad, reconocí mi potencial. Para esto me había preparado y simplemente estaba viendo como todo ocurrida, por fin.

Nos dieron un descanso mientras comíamos algo, a todas nos dieron ensaladas y comidas saludables. Miraba mi plato sintiéndome como un conejo para solo comer zanahorias y lechugas, pero era esto o nada.

—Escuché que la chica que sea seleccionada por la marca, le darán hospedaje en un hotel fabuloso, más otros beneficios.

—Eso es real, lo sé porque tengo fuentes confiables. Ese hotel también pertenece al dueño de la marca y…

La chica mira a todos lados y baja su voz.

—¿Qué?

—Acérquense, diré algo que nadie más sabe.

Todas nos miramos y nos inclinamos hacia delante para escuchar aquellos susurros.

—Escuché que el dueño estará aquí, él también tendrá voz y voto en la decisión final.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté.

—Solo escucha, querida. No se pregunta.

A las cuatro de la tarde nos dicen que la fase tres está por iniciar, será una prueba de imagen con el producto de esta importante marca.

—Esta es la nueva línea que lanzará A.J. de la marca Jones Corporation. Un equipo de maquilladores les aplicara los productos mientras grabamos desde un primer plano. Queremos que sean ustedes mismas, que se vean tranquilas y seguras con estos productos. ¿De acuerdo?

Vimos al equipo de maquilladores ubicándose en el set.

—En la indicación de nuestro directo, ustedes ven a la cámara y dicen la siguiente frase “Siempre sé tú misma” al final, ustedes pueden anexar una frase más para complementar.

Volví a los nervios, estaba fría como un cubo de hielo, mi síndrome del impostor estaba de nuevo asomándose, pero no lo dejaba salir, era mi momento, yo puedo hacerlo.

—Bien, iremos llamándolas en el mismo orden. Las demás esperen su turno en camerino.

—El contrato es para Brigit.

—¿Quién es Brigit?

—La chica que nos decía sus datos confidenciales. Acabo de recordar de quien es hija, su padre es Baldomero, es un empresario importante y su hija siempre gana campañas como estas.

—No lo creo, de ser la escogida, solo le dan un contrato y ya, se ahorran todo este trabajo.

—Es solo una cámara de humo, lo hacen por protocolo, para que todos crean que es por méritos.

Una vez más, mis esperanzas estaban cayendo al suelo.

Aquí las emociones son tan fuertes y cambiantes, que ya no sé qué pensar.

Las chicas iban saliendo del camerino y no regresaban, no tenía idea de lo que estaba pasando y mi mente asume tantas cosas que en el momento que escucho mi nombre, pienso que seré un fracaso. Volveré de donde sin contrato, sin dinero y con deudas por pagar.

—¡Emily! ¡Emily Daniel!

Me puse de pie y noté que solo yo estaba aquí, por Dios, soy la última.

Tragué en seco y me levanté de mi silla, fui al set y noté los ojos de todos en mí.

—Buenas tardes.

—Emily, acomódate en ese lugar.

El equipo de maquillaje empieza a maquillarme y en un punto semi avanzado del maquillaje se detienen para que empiecen las grabaciones.

—Bien, empezamos en: Tres, dos, uno ¡Acción!

Cerré mis ojos para disfrutar de las celdas suaves de la brocha que paseaba por mi piel, sonreí sutilmente y suspiré como si fuera un masaje lo que recibiera.

—Bien, Emily… la frase viene en: tres, dos, uno.

Abrí mis ojos suavemente, con delicadeza miré a la cámara y con tono de voz suave dije la frase.

—Sé tú misma, la belleza es saber quién eres, incluso cuando todos quieren decirte quien deberías ser.

—¡Corte! —gritó el director.

En ese instante pensé que se haría una segunda toma o un par más, pero él solo dice “corte” y nada más.

—¿Es todo?

—Sí, es todo. Buen registro.

Eso me hizo creer que aquella muchacha tenía razón, esto ya está arreglado. ¡Oh, Dios mío! He usado el ahorro de Dominica para nada.

Esperamos casi una hora en otra pequeña sala, las chicas estaban silenciosas, se notaba su nerviosismo. Se miraba una con otra y el temor era el mismo.

—Cambien esas caras, niñas. Cualquiera de nosotras puede ser la ganadora —dice Brigith con una sonrisa.

Claro, ella está tranquila porque sabe que es de ella.

—Chicas, chicas. Ya tengo aquí la lista de las cinco chicas que pasan la tercera fase. Al final, pasaran estas cinco con los jueces y ellos determinan a una sola ganadora.

Carla, la mujer que vimos durante todo el día, tiene un sobre en sus manos.

—Bien, empecemos… Brigith, Lola, Cristina, Eugenia y Elizabeth, ustedes no pasaron.

Brigith ya estaba aplaudiendo desde que mencionaron su nombre.

—Gracias por su participación, las tendremos en cuenta en próximas campañas. Las demás, vengan conmigo, por favor.

Las que quedamos seleccionadas nos miramos y de la nada, explotamos en gritos de felicidad. Nuevamente mi fe sale a flote y vi más posible todo. Yo podía, ese contrato sería mío.

—Las cinco seleccionadas, por favor de pie aquí. Esperen un momento, quienes tomarán la decisión las acompañarán en breve.

Mis rodillas estaban temblando, mis manos chorreaban gotas de sudor y mi pecho agitado me hacía creer que mi corazón se subiría por garganta en cualquier instante.

—Buenas tardes, chicas —una mujer de cabello rubio entra a la sala y se sienta en uno de los lugares vacíos que están en frente de nosotras.

Había una mesa larga con nuestros portafolios, jarras de agua, copas vacías y más sillas libres, lo que quiere decir que faltan más personas.

Un segundo después, entran dos hombres más, hombres de traje y corbata.

Solo una silla quedaba libre.

—Vamos revisando los portafolios mientras llega el CEO —dice la mujer a los hombres que la acompañan.

Tragaba como si fueran piedras lo que tuviera en mi boca.

Detrás de nosotras, las puertas se abren una vez más y se escucha una voz grave y firme.

—Buenas tardes a todos.

El choque de los zapatos en el piso resonó en la sala, pasos firmes, era el CEO, con solo el aroma, su voz, se sabía. 

Por mi lado sentí un visaje de aquel hombre alto, ese aroma se hizo más fuerte y solo logré ver su traje azul marino profundo.

—Dama y caballeros, ellas son las chicas que pasaron las tres fases. En su portafolio están las evidencias de las fotos que se hicieron y en las tabletas, el registro de cada una de ellas.

Carla estaba frente a mí, no me dejaba ver mucho. Me tapaba la vista.

—Bien, gracias, Carla. Ya puedes retirarte.

—Sí, señor Jones.

Junté mis cejas al escuchar la voz del hombre.

Cuando levanté mi mirada noté que el CEO tenía uno de los portafolios abiertos de par en par frente a su rostro.

—Ella me gusta —dice alguien de la mesa—. Tiene mejor registro que las demás.

Bajé mi cabeza y oculté mi angustia, no podía con la ansiedad.

—Emily Daniel —escucho mi voz y sonrío para ocultar mis nervios. Yo puedo me dije mentalmente y me llené de fuerzas. Soy buena, por eso estoy aquí.

Segura sonreí y di un paso al frente al escuchar mi nombre, estaba muy segura de mí. En las fases anteriores del casting me fue muy bien, estoy confiada de que ese último cupo es mío.

Esa “seguridad” llegó hasta ese momento cuando mis ojos pudieron ver su rostro.

—No puede ser —susurré.

Mi sonrisa se congeló y luego fue desapareciendo. Él, Benjamín, “la cucaracha” por la cual me despidieron hace una semana, estaba sentado en la mesa de jurados, con esa misma mirada llena de arrogancia.

Sus ojos llegaron a los míos y el asombro fue mutuo.

—¿Tú? —susurré horrorizaba.

—Vaya —dice en tono serio—. Al parecer el destino nos ha cruzado de nuevo.

Mis esperanzas empezaron a caer de picada y no creo que vuelvan a subir.

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