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Una mujer “Soez”

POV Benjamín

—La prueba de laboratorio fue excelente, tenemos la formula.

Esas palabras me dan un respiro.

Asentía aprobando completamente la noticia.

—Señor Jones, ¿Desea que programe su nueva reunión de inmediato?

—Sí, Carla. Por favor. Que sea para esta misma semana, no planeo volver a New York por ahora.

Los viajes de negocio suelen ser agotadores, ya sentía la presión en mi cuello y hombros.

—Sí, cuando tenga el día y la hora, se lo comunico.

Mi asistente se prepara para hacer un par de llamadas mientras yo espero a mi socio.

Me crucé de brazos observando hacia el laboratorio, aquel cristal grueso impedía que escuchara mucho de lo que hablaban dentro.

—Mi amigo, mi gran socio y casi mi hermano; Benjamín Jones.

Sentí la mano de Carlos en mi hombro.

Me di la vuelta y le di un abrazo.

—Tan pronto supe que habías llegado, vine de inmediato.

Carlos es el dueño del laboratorio con el que he trabajado por años, lo animé para que sacara un par de productos y su proceso ha sido bueno, le ha ido excelente.

—Es bueno verte, ha pasado mucho tiempo.

—¿Cómo te fue? ¿ya te dieron información de tu formula?

—Sí, todo excelente.

—Eso me alegra mucho, Benjamín.

Caminamos por un largo pasillo, íbamos directo a la salida.

—¿Cuánto tiempo estarás en New York?

—Solo un par de días, tengo compromisos en Londres que me esperan.

—Pronto lanzas tu nueva línea de maquillaje, ¿verdad?

—Sí, justo por eso debo volver antes. Aún estamos trabajando en encontrar a una modelo que encaje con lo que necesita la marca y el producto.

—Parece que estamos iguales, reci…

—¡Señor Jones! —escucho la voz de Carla.

—Sí, ¿Qué pasa?

—Señor, sus colegas tienen disponibilidad para esta tarde. Hoy a las cuatro, señor. ¿Les confirmo la hora? ¿le parece bien?

—Está perfecto, así podré volver mañana a primera hora a Londres.

Ella sonríe y se retira.

—Te vas más pronto de lo que pensé —dice mi amigo levantando sus hombros—. Ya que el tiempo lo tienes contado, ¿Qué tal si almorzamos? De paso charlamos.

—Me parece bien.

En mi cabeza estaba programando el tiempo que tenía para todo, este día debo dejar todo resuelto para volver a Londres. Voy a almorzar con Carlos, voy a mi reunión y en la noche espero a que Carla me lleve al hotel la muestra que llevaré conmigo a Londres. Es todo, es un hecho.

El clima era agradable, así que dejé mi chaqueta en el auto y me quedé solo con mi camisa blanca, una de mis piezas favoritas de esta temporada.

—De mis restaurantes favoritos, el Maison Étoilée. Tienes dos estrellas Michelin, su vino es el mejor de la ciudad y que decir de la comida.

Miré el restaurante y con solo su fachada, supe que era de todo mi gusto.

Entramos al restaurante sin saber que ese día tan productivo y majestuoso, terminaría siendo arruinado.

—Me quedó sonando en la cabeza lo de “tiene el mejor vino de la ciudad” ¿empezamos por una copa de vino tinto? —pregunté acomodándome en la mesa.

—Excelente decisión.

Mientras alguien venía a nuestra mesa, escuché a Carlos terminar la conversación pendiente.

—Sí, el proyecto fue un éxito. Tuvimos que pedir más producción, estaba asombrado. Pero claro, tenía muchos nervios porque invertí mucho dinero.

—Te dije que funcionaría.

—Eres de los mejores, Benjamín. Lo reconozco.

—Solo te hacía falta alguien que te lo recomendara, ya tenías todo lo demás.

—Sí, pero eso de encontrar una buena embajadora para tu marca, sí que es difícil. La primera vez fue difícil y pensé que, para la próxima producción de la crema facial, sería menos complejo, pero no es así. Tuve un inconveniente recientemente, fue un caos.

Escucho a la mesera llegar, pero no dejo de escuchar a mi amigo. La mujer intenta elevar un poco el volumen de su voz, pero me desconcentrada, así que hice el pedido antes de que terminara su largo discurso de bienvenida.

—Dos copas de vino tinto, un Pétrus Pomerol.

La pude sentir de pie a un lado y con mi mano le hice una señal para que se retire, era todo por el momento.

—¿Qué pasó?

—El rostro de mi producto, estaba usando sus redes sociales haciendo cosas de maquillaje, ya sabes, eso que hacen las mujeres, pero estaba usando productos de otra marca, de la marca rival. Pasaron como dos minutos antes de que se diera cuenta y los quitara de donde se habían notado.

—Oh, carajo.

—Fue terrible, no lo pensó antes de empezar a transmitir. Que mala costumbre de esas jóvenes de ahora que quieren andar mostrándolo todo en tiempo real. Si usa o no los productos de otra marca, no es mi problema, no me interesa, pero carajo, eres la cara de mi maldita crema.

—Deberías tomar eso como “marketing” sácale provecho, habla con la otra marca y hagan algo juntos. Se debe aprovechar la atención de la gente. Sacarle provecho al caos.

Carlos me mira extrañado y empieza a afirmar con su cabeza.

—Tienes razón, lo haré. Es una gran idea, quizás podamos hacer algo en conjunto y… Vaya que si eres brillante.

Hablábamos de todo un poco, la charla era productiva para ambos. Mientras Carlos me decía que ahora estaba en algo importante y que estaba próximo a lanzar su nuevo producto en el que había invertido mucho dinero, veo a la mesera venir con las copas de vino. A lo lejos la vi cruzar las puertas de lo que supongo es la cocina.

—Creí tener a una chica que ahora es muy conocida por su contenido, pero me han dicho que tiene problemas personales y eso puede jodernos completamente. Abrí un casting, hicimos algunas pruebas, pero no es lo que busco. Nos tomaremos el tiempo, aunque realmente tiempo no tenemos, pero se hará la una nueva selección, igual el lanzamiento está programado para dentro de dos o tres meses.

—Está aquí mismo, Carlos.

—Caballeros —escucho la voz de la mesera que parece llevar un rato de pie a nuestro lado. La miré, miré la botella para verificar que era el vino que había pedido y seguí con la conversación. Pero ella vuelve a hacerse notar.

—Señor.

Solo tomé la copa y la levanté para que sirva el vino y se vaya. Luego de catar la calidad la apruebo y vuelvo a elevar mi copa para que sirva más.

—Entonces, ¿harás nuevos castings? —pregunté.

—Sí, claro que sí, necesitamos nuevas modelos.

—¿Cuándo abrirán las convocatorias?

Mi mano estaba en el aire con la copa de vino esperando que la chica me dijera algo, pero me quedé escuchando a Carlos, tan concentrado en lo que hablábamos hasta que sentí un chorro corriendo por mi mano y cayendo directo en mi pierna.

—¡Carajo!

Me levanté y vi el desastre, la manga de mi camisa mostraba la mancha ocasionada por la torpeza de aquella mujer que luego terminaría empeorando las cosas. Todo mi atuendo se arruinó, mi día perfectamente programado, se arruinó junto con mi ropa. Lo mínimo que esperaba era una disculpa y que mi ropa fuera pagada por los daños. Mostré mi enojo, tenía que respaldar y hacer respetar mi imagen y mi buen nombre. Pero no solo me había topado con una mujer incapaz de servir una simple copa de vino, sino con alguien incompetente y grosera, incapaz de reconocer cuál era su lugar.

Por la situación que había ocurrido, tuve que pedir cambiar mi agenda. Mis ánimos y tiempos, se habían convertido en nada. Por culpa de esa mujer, perdí una de mis mejores prendas, perdí mi valioso tiempo y la posibilidad de retornar a Londres la mañana siguiente. Todo lo arruinó por su total y completa brutalidad.

De esa discusión, quedé consternado porque por primera vez, encontraba a una persona tan soez que pudiera sentirse capaz de insultarme o replicar a mis palabras.

Lo que jamás pensé, es que luego de regresar a Londres, esa persona soez, volvería a cruzarse en mi camino y de la forma más inesperada.

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