Punto de vista Mérida.
Mírala nada más… una pobre paralítica que ni siquiera puede defenderse. En unas cuantas horas, mi hijo estará solo en el altar, esperándola como un tonto.
—No fue difícil traerla hasta aquí, señora Ventura —comentó Bolton, orgulloso de su trabajo.
—Lo imaginé. Ella es fácil, se deja seducir por cualquiera. No creo que traerla haya sido un gran reto. Bien, ya la están preparando… acércate y comienza con las fotos.
Bolton se desnudó por completo y se acercó a la cama. La pordiosera de Valeria yacía sobre ella, vestida de manera indecorosa, justo como lo habíamos planeado.
El fotógrafo que contraté empezó su labor. Las imágenes capturaban una escena comprometedora, casi obscena. En muchas de ellas, Valeria parecía incluso disfrutarlo, como si aquello fuera real.
Sabía que esas fotos destrozarían a mi hijo. Pero él se repondría. Especialmente si Samantha aparecía para consolarlo. Lo que nunca permitiría era que una mujer como Valeria se entrometiera en nuestra maje