Valeria
No tengo idea de cuántos días han pasado desde que logré salir de aquel lugar oscuro en el que mi suegra me tenía retenida. Pero si hay algo verdaderamente maravilloso en este mundo, es saber que Marcelo ha estado a mi lado todo este tiempo. Ya me siento mucho mejor, y al menos ahora puedo valerme por mí misma. Puedo caminar, algo que antes me resultaba imposible sin ayuda.
Acaricié mi vientre, notablemente abultado, y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Cuando llegué al hospital no imaginaba en lo más mínimo la sorpresa que llevaba dentro de mí: estaba embarazada de nuevo. ¡Una locura total! Pero simplemente sucedió, tal vez por un descuido... después de todo, Marcelo y yo hacíamos el amor todos los días sin protección. ¿Qué esperaba? ¿Una lavadora?
Reuní mis pocas pertenencias, recogí mi cabello en una coleta y suspiré profundamente. Estaba lista para volver a casa con mis dos grandes amores. Marcelo era, sin duda, el amor de mi vida. No podría pedirle al cielo un mejor com