Cuando me dio la cantidad de dinero escrita en un papel, me quedé petrificada. Eso era más dinero del que ganaba en la tienda en todo el año.
—Lo único que pido es que seas aseada y no me niegues la leche porque mi sobrina la necesita.
—Escuche, eso es mucho dinero —alcé mi mirada —. La tienda va a cerrar dentro de poco, así que me quedaré sin trabajo.
—¡Entonces vente a vivir conmigo!
Cuando él miró mi cara de sorpresa por semejante propuesta, sacudió su cabeza de un lado hacia el otro.
—Lo siento, al parecer no estoy coordinando del todo bien mis palabras. Lo que quiero es que te mudes a mi casa para que así mi sobrina tenga la oportunidad de comer cuantas veces desee.
—No lo sé, tengo mi casa y me gusta tener mi espacio. Solo si es demasiado necesario es que me iría, de igual manera tengo que terminar de trabajar aquí para poder acceder a lo que me pide.
—¿Y qué vamos a hacer mientras tanto?
—Lo que se ha venido haciendo desde ayer, puede traer a la niña y la voy a amamantar.
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