Gianluca llegó a la casa y comenzó a caminar en dirección a su habitación. Mientras lo hacía, se encontró en el camino con Rocío y Mateo.
—Gianluca —el rostro de Mateo se llenó de sorpresa —. Pensé que no ibas a venir hoy, Kany me dijo que habías salido de repente.
—Los asuntos que tenía que arreglar no me tomaron tanto tiempo y preferí venir aquí. Ahora, si me disculpan, me encuentro demasiado cansado.
—Gianluca —la voz de Rocío detuvo a este hombre —. ¿Te encuentras bien? ¿Por qué fue que saliste tan de repente? Me preocupe por ti.
—No es nada, pequeña. Son asuntos de mis negocios, esto es así y Mateo lo sabe mejor que nadie —él sonrió de manera un tanto forzada —. Muero de cansancio, así que con permiso, pero tengo que descansar.
Gianluca se fue a su habitación y estando ahí miró hacia el techo. Él lanzó un resoplido y recordó nuevamente el rostro de Piero.
—No sabía que te estaba arrastrando a tu propia muerte, amigo mío. Espero que me puedas perdonar, te juro que a tu mujer y a t