Gianluca pensó detenidamente lo que iba a hacer y salió de la mansión. El subordinado de Austin se encontraba en el mismo coche y al ver que él salía fue que comenzó a seguirlo.
Pronto llegaron a una cafetería, ahí se reunió con el abogado que había citado y ambos se sentaron en una mesa del rincón.
—Señor Grignani, me ha tomado por sorpresa con eso de hacer su testamento. Generalmente, cambiaba de tema cuando le sugería que hiciera esto.
—Ahora han cambiado muchas cosas, abogado. Es por eso que necesito hacer un testamento y le pido que lo haga válido después de seis meses de mi muerte.
—¿Acaso se encuentra enfermo? Porque yo lo miro perfectamente bien.
—Le pido que obedezca lo que estoy diciendo, no haga preguntas innecesarias. Créame que entre menos sepa es mil veces mejor.
—Muy bien, señor Grignani. Vamos a hacer su testamento en mi oficina, no queda demasiado lejos de aquí.
Ellos salieron de la cafetería y se fueron caminando hasta la oficina del abogado. Estando ahí, comenzaron