Abracé a Maryam, ella comenzó a sollozar en mi pecho. Los quejidos de mamá llegaron a mis oídos y supe que debía ser demasiado dolor para que ella estuviera quejándose.
—Tengo que llamar a papá, no es algo que me apetece. Pero él necesita saber el estado de mamá.
—Sí —Maryam se separó de mí y secó sus lágrimas —pero, por favor, no quiero que vengas a pelear con él como siempre hacen. En serio que no es momento para que vengan con sus pleitos de perro y gato.
—Lo sé y prometo que no voy a pelear con él, ahora ve a ver si viene el doctor. Yo llamaré a papá para que venga de donde sea que se encuentre.
Nosotros fuimos por caminos separados, miré el cuarto de mamá y quise entrar, pero mis pies no me lo permitieron.
Me encerré en mi cuarto. Al buscar el número de papá, me di cuenta de que no hablaba con él desde hace casi dos años. Al final, para no perder el tiempo, lo busqué directamente y me salió su número.
—Por favor, responde en serio, necesito que respondas.
El teléfono fue directo