Esta verdad me daba terror, no quería amar a este hombre que, solo con la suposición de que lo quería, tuvo aquella reacción.
—No, no, no —Rocío se acercó a mí y secó mis lágrimas —. No tienes por qué llorar, el amor es algo muy lindo y maravilloso. Así que si esas lágrimas no son de felicidad, pues te aconsejo que las seques y no sigas haciendo esto.
—Es cierto que ese sentimiento es insuperable, pero cuando es correspondido. Sin embargo, sabes bien que no es mi caso, que me he casado por salvarme del yugo que me esperaba al lado de Mustafa.
—Lo sé bien, pero en serio piensas que Zayd se ha casado contigo por mera lástima. Siendo sincera, lo dudo demasiado, pero te conozco bien y sé que vas a decir algo que me haga pensar en lo contrario, así que mejor me guardo mis comentarios.
Miré a Rocío y entré en un debate, no quería engañarme con suposiciones de que Zayd me quería y que justo se había casado conmigo. Pero al mismo tiempo había algo que me decía que debía aferrarme a la más mín