Zayd se encontraba despierto, él sonrió y al mismo tiempo hizo un mohín debido al dolor. Me apresuré a poner mi mano en su pecho como si esto pudiera aliviarlo.
—Han mandado a llamar a un especialista para que te atienda, tomé la decisión de que Pelin no te tratara. Me disculpo si he tomado atribuciones que no me corresponden.
Cuando Zayd iba a contestarme, la puerta se abrió y entró Pelin junto con el doctor que la acompañaba desde el inicio.
—¿Qué significa esto? —miré enfadada a Pelin —. ¿Quién te ha autorizado a entrar de esta manera al cuarto de mi esposo?
—Zayd —ella ignoró mi presencia —. Me encuentro aquí para preguntarte si te niegas a recibir atención médica.
Sabía bien que Zayd iba a aceptar la propuesta de Pelin, al final ella era una buena doctora y probablemente saldría más económica que aquel doctor.
—No, no me niego en absoluto.
Y ahí se encontraba la respuesta. La sonrisa de satisfacción de Pelin era igual de grande que mi incomodidad y era algo que se notaba a legua