El chófer llegó agitado, y en el momento en que miró a Zayd herido, se apresuró a levantarlo. Yo le ayudé a cargar con el peso y lo llevamos al coche.
—Por favor, resiste, cariño —mi mano acarició la mejilla sudada de Zayd —. Ya vamos al hospital.
El carro arrancó y cuando llegamos al hospital, miré que se trataba de uno de los más caros de Dubai. Ni siquiera mi abuelo podría permitirse algo tan costoso.
Pensaba decir que fuéramos a un hospital más económico, pero Zayd se encontraba en mal estado y no sabía si iba a poder resistir otro traslado.
—Vamos, ya luego me voy a preocupar por el dinero.
Salí con él del carro, una enfermera llegó a toda prisa con una camilla y el personal se encargó de llevar a Zayd a la sala de urgencias.
—Por favor, manténganme informada —miré a la enfermera —. Él es mi esposo.
La enfermera asintió y luego de esto entró a la sala. Comencé a caminar de un lado hacia el otro, tenía nervios, no quería que a Zayd le pasara algo grave por mi culpa.
—He sido una d