94. “NOSOTROS”
VICTORIA:
Me asombré al ver que, después de avanzar en la moto por entre la espesa nieve, fuimos a parar a un camino donde nos esperaba un auto todoterreno. Me ayudó a montar con delicadeza, aunque estaba confundida por ese nuevo Ricardo. Su frialdad conmigo había desaparecido y me miraba con mayor calidez.
No quise ilusionarme; sabía que no me amaba, me lo había dicho claro. Tal vez solo me trataba así por el bebé. Por suerte, la tormenta de nieve había parado desde temprano; las carreteras ya estaban abiertas. Hicimos el viaje en silencio, cada uno ensimismado en nuestros pensamientos.
—¿Podemos ir a ver a mi tío primero? —rompí el silencio entre los dos—. Estoy muy preocupada.
Ricardo mantuvo la mirada fija en el camino frente a nosotros, sus manos firmes sobre el volante, pero su expresión se suavizó apenas escuchó mi petición. Fue entonces cuando dudé de lo que respondería. Sabía que no siempre estaríamos de acuerdo, que a veces sus prioridades eran otras.
—Es posible —re