VICTORIA:
El revuelo fue grande cuando nos vieron aparecer en el hospital donde aún permanecía mi tío ingresado, aunque no en terapia intensiva. Su asistente Javier, en cuanto me vio, corrió a abrazarme con lágrimas en los ojos; mi tío extendió los brazos emocionado. Me dirigí a él y me introduje en ellos, llorando de felicidad al ver que estaba bien.
—¿No sabes el susto que me diste, Vicky? —dijo con voz entrecortada. —Disculpa, tío —me apresuré a decir—. No sabía que Ricardo iba a hacer eso. —Hizo bien, por esa noticia dejaron de atacar a la empresa y Ricardo logró salir adelante —dijo con una sonrisa; luego me acarició el vientre—. ¿Es verdad? —Sí, tío, tengo poco tiempo —contesté, colocando mi mano encima de la suya, apoyada en mi vien