122. ÉL ES EL CEREBRO DE TODO
VICTORIA:
Dormitaba en la habitación, tratando de encontrar el modo de abrir esas esposas que me mantenían atada a la cama, cuando la llegada de varios autos y unas voces llegó a mí. Las reconocí de inmediato; una era de Matías y la otra de Isabel. Solté una risa fría. Lo sabía, ella estaba detrás de todo esto y, aunque no quería creerlo, la duda de que Ricardo fuera parte de esta trampa me apretó el corazón.
La puerta se abrió de golpe y la figura de una mujer corrió hacia mí, atrapándome como un demonio por el cuello.
—¡Muere, maldita, muere! ¿Por qué tienes que quitármelo todo? ¿Por qué? —Era Isabel, que trataba de estrangularme—. Primero me quitas a mis padres, luego a Ricardo y ahora a Matías.
—¡Suéltala, Isabel! —El empujón de Matías me la quitó de encima—. ¿Te volviste loca?
Matías sujetaba a Isabel por los brazos, fuerza contra fuerza, mientras ella seguía gritando palabras incomprensibles entre lágrimas y desesperación.
—¡Es ella! ¡Ella lo destruye todo! ¡Déjam