93. EL DESPERTAR

VICTORIA:

Me desperté sola en la cama; todo estaba oscuro. Solo escuchaba el zumbido de una máquina que no veía. Busqué a tientas mi teléfono para iluminar el espacio, pero no lo encontré. Caminé despacio hasta la sala en la que estaban las computadoras, que trabajaban solas. Miré alrededor buscando a Ricardo sin resultado. Observé una pequeña nota pegada en una de las pantallas; la tomé:

"No salgas de aquí, fui por comida."

La solté y me dirigí al pequeño baño en una esquina. Hacía mucho frío y, al parecer, la calefacción no funcionaba. También noté que las computadoras funcionaban porque estaban conectadas a unas enormes baterías colocadas en una esquina.

Me quedé un momento contemplando las pantallas; el parpadeo constante de luces me mantenía fija, inmóvil, sin ofrecer las respuestas a las preguntas que tenía en mi mente. Mis pies descalzos comenzaron a doler por el frío del suelo, pero no me moví. Tenía una sensación molesta que se aferraba a mí como el hielo.

Me acerqué
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