48. CUANDO TODO SE DERRUMBA
VICTORIA:
Las palabras de mi tío resonaban en mi cabeza como martillazos: —Que lo devuelva depende exclusivamente de él—. El aire se volvió denso, casi irrespirable, mientras intentaba procesar la magnitud de mi error. No solo había perdido el control de la empresa, sino que había entregado cada centavo, cada propiedad, toda la herencia que mis padres habían protegido para mí, a un hombre que apenas conocía.
Todo comenzó a dar vueltas. Las voces de mi tío y Javier se mezclaban en un eco distante. Sentí un sudor frío recorrer mi cuerpo mientras las piernas me temblaban. La presión en mi pecho se intensificó y el nudo en mi garganta amenazaba con ahogarme. Intenté aferrarme al borde del escritorio, pero mis dedos no respondían. Todo se volvió borroso.
—Vicky, ¿estás bien?— Mi tío se escuchaba lejano y lleno de preocupación.
Lo último que recuerdo fue el suelo acercándose rápidamente a mi rostro y unas manos intentando sostenerme antes de que todo se volviera negro.
El sonido