A MERCED DEL DINERO. C251: Ahora puedes ver mi verdadera cara.
Cuando Richard volvió a casa, lo primero que notó fue el silencio. Un silencio absoluto, que se colaba por las paredes y se instalaba en el ambiente como una presencia más. Cerró la puerta con suavidad, como si temiera perturbar la quietud, y se detuvo un momento en el recibidor, dejando que sus ojos recorrieran la sala vacía.
Había algo inquietante en esa calma. El espacio, normalmente ocupado por ruidos, voces o movimiento, ahora le parecía más amplio, más solo. Con un suspiro cansado, se aflojó la corbata sin apuro y cruzó el pasillo hacia la habitación, sin imaginar lo que encontraría allí.
Fue entonces cuando la vio. Marfil estaba acostada de lado sobre la cama, con los ojos cerrados, como si durmiera. Richard se detuvo en el umbral de la puerta, observándola con sorpresa e incertidumbre.
No esperaba verla ahí, creyó que tomaría la decisión de irse después de dejarle en claro que, mientras siguiera con ella, no sería heredero de ninguna fortuna.
De repente, como si su presencia l