A MERCED DEL DINERO. C250: No volveré a ser el heredero de mi padre.
Pasado el momento, cuando la intensidad había cedido, ambos yacían desnudos sobre la cama. Richard tenía los ojos cerrados y respiraba lentamente, con el cuerpo aún caliente y la mente en blanco.
Marfil, por su parte, lo miraba en silencio. A decir verdad, no había paz en su mirada. Le acariciaba la mejilla con ternura, como si con cada roce intentara comprender lo que había en su interior, como si tratara de memorizar su rostro. Estaba pensativa, quizás vulnerable, probablemente esperanzada.
—¿Hasta cuándo vas a seguir tocándome? —murmuró de pronto Richard, sin abrir los ojos.
Marfil dio un pequeño sobresalto y retiró la mano con rapidez.
—Creí que estabas dormido… —susurró, casi con culpa.
Entonces Richard abrió los ojos por fin. La observó en silencio unos segundos, como si intentara descifrarla.
—¿Por qué me estás mirando con tanta insistencia? —preguntó—. ¿Acaso te arrepientes de haberte entregado a mí?
—¿Arrepentirme? —repitió ella, negando con suavidad—. ¿Cómo puedes pensar eso